
Las epidemias ya no respetan fronteras
“El mundo no está lo suficientemente preparado para enfrentar la amenaza de nuevas y resucitadas enfermedades infecciosas”. Con esta advertencia la presidenta de la OMS, Margaret Chang, se refirió a los ministros de salud de 194 estados durante Asamblea Mundial de la Salud, que concluyó hoy en Ginebra.
Para argumentar su alarma, recordó que en solo dos años ya hubo una respuesta insuficiente con la epidemia de ébola, que dejó más de 11.300 muertos; a esta le siguió la del zika, que “volvió a tomar por sorpresa al mundo sin vacuna y sin suficientes pruebas fiables para el diagnóstico”, y aún “más brutal” es la lección del actual brote de fiebre amarilla en Angola, enfermedad que si bien tiene vacuna desde hace 80 años, no se aplica con suficiente “intensidad”.
Sobre este último, Chang anotó que en apenas cinco meses se han registrado 301 defunciones en el país africano, existen además 2.536 casos sospechosos y, todavía más grave, tres países han confirmado que el brote llegó a sus territorios: Congo, con 41 infectados; China, con 11, y Kenia, con dos.
Y es que según la misma presidenta, “en un mundo interconectado y que se caracteriza por una profunda movilidad de personas y mercancías, pocas amenazas a la salud son ya locales”. En eso concuerda Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales, Pecet. Según dice, el hecho de que los casos de Angola se hayan dado por la transmisión urbana del mosquito Aedes aegypti pone en riesgo a América Latina, con presencia del vector, también portador del zika, el dengue y el chikunguña.
“La urbanización de un germen, en ciudades donde la calidad del agua, la vivienda y los servicios de salud son deficientes, crean el caldo de cultivo ideal para que empiece una importación descontrolada de la fiebre amarilla”, apunta Vélez.
Síntoma de miseria
Si bien es cierto que los cada vez más frecuentes viajes intercontinentales y el comercio de envíos favorecen el hecho de que los humanos infectados por virus se muevan rápidamente a otros países y contribuyan al movimiento de epidemias, para Jimmy Whitworth, experto en epidemias en países en desarrollo de la Escuela de Higiene y Enfermedades Tropicales de Londres, las poblaciones vulnerables terminan particularmente afectados “por su reducida capacidad de protegerse a sí mismos y por la inestabilidad que resulta de conflictos o gobiernos frágiles”.
Además, continúa, las migraciones en masa por motivos de hambruna, sequía y guerras, y su alojamiento en campos de refugiados mal acondicionados, así como el hacinamiento de la población en zonas urbanas, con escasa cobertura sanitaria, contribuyen.
Como causales también pesa el hecho de que existen poblaciones crecientes que están invadiendo áreas de vida silvestre, lo que significa que los seres humanos tienen más contacto con la fauna y aumentan las posibilidades para el intercambio de infecciones. Así lo ha concluido con sus investigaciones Luis Carlos Villamil, director del Grupo de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de La Salle, quien añade que la importación de productos alimenticios y la movilización de animales entre continentes exacerban la posibilidad de epidemias globales.
En ese sentido, los países deben plantear una estrategia diferente, “obligatoriamente internacional”, teniendo en cuenta que hoy la mayoría de los patógenos son transfronterizos. Según Juan Carlos Saiz, editor de la revista científica Frontiers, “los esfuerzos unilaterales no permiten hacer frente a este tipo de fenómenos. Urgen medidas coordinadas y consensuadas entre los países más afectados por la situación”.
Tomado de: El Colombiano